Yo nunca me obsesioné horriblemente conmigo mismo ni me envolví en mi propia rareza, pero cuando mi hija nació, todo quedó claro de repente. Ya no estaba enfadado. Fue el primer momento completamente generoso que haya experimentado alguna vez. Fue una experiencia liberadora. Ese momento fue como si me convirtiera en alguien más. El verdadero yo se reveló.
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